Hace sólo dos días hemos despedido un año totalmente atípico. 2020 será un número que se quede irremediablemente grabado de por vida; tener que hacer frente a una pandemia mundial ha supuesto un reaprendizaje para muchxs; una oportunidad para la reinvención y una revisión a nuestra escala de valores que pasa por poner en el centro lo verdaderamente importante y, dentro de lo duro que ha sido, optamos por quedarnos con lo positivo y permitir que la valiosa lección que trajo consigo este año que ya es pasado nos conduzca hacia un mundo más humano y tolerante, donde el bien colectivo sea el objetivo común en una sociedad que, ojalá, funcione desde la empatía y el amor.

En este viaje que vamos a hacer por lo vivido, nos emociona recordar lo mucho que nos sigue dejando el trabajo de Carolina y la vida que encontramos en cada personaje. La sacudida y esa rendijita que nos abre cada una de las historias en las que nos permite colarnos, nos llena de luz y alma y este regalo es algo parecido a un vuelo que nos hace volar, crecer y redescubrirnos. No sabemos definirlo, pero a veces -casi siempre- el sentimiento lo traspasa todo y, tratar de transformarlo en palabras es una tarea imposible.
Queridas hermanas putas.

Si tuviéramos que rescatar un sólo momento de 2020, sería muy difícil no quedarnos con cualquiera en el que Carolina Yuste, armada de coraje y corazón, llevó la voz de tantas mujeres desde los escenarios hasta lo más profundo de cada persona que, desde su butaca, ha emprendido un viaje del que jamás podrá desprenderse. Prostitución inició su temporada en el imponente Teatro Español de Madrid, donde permaneció durante un mes agotando todas las entradas; así comenzábamos el año. Junto a Nathalie Poza y Carmen Machi, dos grandes de la escena española, Carolina Yuste nos hacía reflexionar ante un tema complejo que atraviesa a tantas esferas. Una obra de teatro, de carácter documental, francamente incómoda en tanto que muestra una realidad, sin artificios ni concesiones, a la que muchas veces cuesta mirar a la cara. Todas las posturas existentes a partir de testimonios reales de mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución; todos los argumentos posibles, a favor o en contra, que parten desde las circunstancias de las propias protagonistas que han vivido esta realidad y que la exponen en un acto de valentía innegable. ¿Cómo permanecer impasible ante este volcán de emociones que habla de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor? Ponernos en el lugar de ellas es algo que consiguen estas tres actrices haciendo gala de una honestidad y generosidad que aún acrecientan más su talento. Escucharlas, verlas y sentirlas es asistir a un portentoso trabajo que basa la interpretación en una labor previa de investigación más que evidente. El compromiso con el tema es total. Y lo que sucede en el alma del espectador es un viaje que desestructura todos nuestros resortes y desarma las convicciones previas para descubrirnos otros puntos de vista en una profunda travesía en la que se nos abre toda una gama de posibilidades entre dos extremos: legalización o abolición.

La gira, que tenía previsto comenzar en abril, se vio suspendida cuando la pandemia irrumpió y no volvió a retomarse hasta octubre. Esto nos hizo enfrentarnos a la obra de una manera un tanto diferente. También para las actrices la vuelta supuso enfrentarse a esta realidad, la de la prostitución, desde un lugar aún más complejo, al tener tan presente de qué manera le ha afectado a las prostitutas esta pandemia en esa situación de desprotección total en las que se ven obligadas, muchas de ellas, a permanecer. Y es que la prostitución tiene que ver con la desigualdad social, con la educación y con una sociedad patriarcal que precisa de una revisión con urgencia. Tomar partido ante temas sociales como este es una elección necesaria y, que desde el teatro se dé voz y espacio a estos asuntos en los que Carolina se implica de manera tan comprometida y directa, es una buena noticia sin duda. La gira pasó por ciudades como Ourense, Murcia, Soria, Valencia, Vitoria-Gasteiz, Valladolid o Badajoz, la tierra de nuestra Carolina. El éxito de crítica y público ha sido total y a nosotrxs aún nos pellizca por dentro el relato de Lucía desde el sentir de Carolina; su fuerza y su poderío ante el desgarro cruento de una realidad que es asumida desde la valentía y la verdad más absoluta.
¿A dónde quieres llegar?
Aunque admitimos la predilección que sentimos por el teatro como medio, asistir al talento de Carolina Yuste en pantalla grande es otra delicia que nos mueve el corazón de una manera también muy especial. Hasta Málaga la acompañamos para el estreno de "Hasta el cielo", la última película de Daniel Calparsoro, en la que nuestra Carolina interpreta a Estrella: una chica de barrio, de clase trabajadora, que tiene sus objetivos muy claros y que de alguna manera quiere convertirse en una mujer dueña de su destino. La acción y el ritmo trepidante son las bazas fuertes de esta película, que aún se encuentra en cartelera después de haber atrasado su estreno hasta en 3 ocasiones como consecuencia de la pandemia. Este proyecto nos ha permitido disfrutar de Carolina en un género diferente y nos ha despertado un sentimiento de ternura por Estrella, que comienza una relación con el protagonista que, de algún modo, trastocará su camino.
El paradigma del amor
Hamsia es otro de los interesantes proyectos a los que hemos podido acercarnos este año pasado, con tremenda curiosidad. A través de esta creación escénica que se estrenó el pasado noviembre en el marco del Festival de Otoño pudimos adentrarnos en todo lo que late al fondo de los trastornos de conducta alimenticias; la necesidad de afecto, la falta de amor propio y las ausencias. "Y te atiborras a café y nicotina para no encontrar la diferencia entre buscar el amor en la comida y buscar el amor en el amor".
La propuesta, que partió de una idea original de Carolina Yuste y Enrique Cervantes (a los que siempre es una gozada ver trabajar juntxs!), fue estrenada en la sala Réplika de Madrid con 5 pases de aforo reducido, uno de los cuáles fue emitido en streaming para suerte del mundo. Este proyecto nos ha dado la opción de conocer una nueva faceta de Carolina que, como autora, camina también por un sendero nada fácil que nos lleva a replantearnos cosas y a tomar conciencia acerca de una enfermedad que padecen millones de personas en el mundo. Esto parte de un compromiso de nuestra actriz con cuestiones relevantes que atraviesan a la humanidad; y esta apuesta tan clara por determinados temas aún aumentan con mayor intensidad nuestra admiración por una persona que utiliza el medio en el que se desarrolla como artista para dar voz a problemas que nos atañen como sociedad.
“Ay, amigo Doraemon, ¿tienes algo en tu bolsillo mágico para hacerme volar?”. Dismorfia. “¿Por qué Tinky Winky se alimenta de un engrudo rosa?”. Potomanía. “¿Batman come hamburguesas?”. Vigorexia.
No acabamos aquí: en este año hemos podido asistir al estreno del cortometraje Victoria, dirigido también por Afioco, que inició su camino en el LesGaiCineMad y continúo proyectándose en festivales de diferentes lugares, dentro y fuera del continente español, como han sido los festivales de Errentería, Extremadura, Navarra y Chile. ¡Ojalá que su periplo aún no termine y más gente, en muchas partes del mundo, puedan disfrutar de esta historia tan especial!
También la breve pero estupenda participación de Carolina Yuste en la miniserie Dime quién soy nos ha alegrado un poquito el corazón. Verla compartir proyecto con Irene Escolar en una de las series del año ha sido otro motivo de felicidad que se suman a los ya mencionados.
Está claro que este año ha sido muy diferente a los que lo han precedido y, no cabe duda de que, lamentablemente, la cultura ha sido uno de los sectores más maltratados en este contexto que parece más cercano a la ficción que a la realidad. Por eso, le pedimos al nuevo año que la cultura reciba el valor que merece; porque funciona como vehículo transformador y eso lo convierte en un arte necesario. La cultura nos salva. Seguiremos cuidándonos y no debemos olvidar que los cines y los teatros son espacios seguros.
Y con este deseo, miramos a este 2021 imaginando a la Amy Winehouse a la que Carolina regala su latido en El Cover, a esas chavalas que nos hablan de la amistad femenina desde la esencia del barrio, a las sevillanas de Brooklyn y a la mujer perfecta que nos prometen buen rato, y también pensamos con ilusión en el reencuentro con las hermanas putas a las que volveremos a acompañar en el Matadero de Madrid dentro de no mucho. Pensamos en todo y la emoción nos embarga como un torbellino; poder disfrutar del camino artístico de Carolina es todo un regalo que nos hace felices, cada año un poquito más. Y aquí continuaremos, dándole forma a este lugar, como el primer día; desde el respeto, la admiración y el amor que nos despierta el trabajo de Carolina Yuste. ¡2021, qué ganas te teníamos!